En ocasiones confundimos los límites con prohibiciones o castigos que limitan el comportamiento del niño.
Unas sanciones que carecen de aprendizaje y llenan a nuestros hijos de impotencia e incomprensión.
Los límites claros se usan con el objetivo de proteger, favorecer el desarrollo del vínculo y generar serenidad en nuestro acompañamiento.
Crean un entorno de seguridad emocional necesario para el desarrollo integral de nuestros hijos que les hace sentir que sus necesidades están cubiertas.
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